Nunca he tenido una vida fácil, pero si intensa... y eso realmente me encanta, he sentido, llorado, reído y endurecido. Sobre todo en el ámbito del amor, nunca me gustó sufrir por nadie, puedo encapricharme, hasta obsesionarme por alguien, pero siempre he intentado alejarme antes de que realmente me pueda doler. Y esta vez lo he intentado, no una ni dos, he bloqueado, eliminado, enfadado e intentar olvidar. Intento ser madura, dentro de mi locura pasional, pero lo que hacía años no me pasaba, me ha vuelto a pasar.

Aunque soy una persona muy cariñosa, siempre me ha costado mucho abrirme en ese sentido si no estoy en una relación, esa coraza de fortaleza e imagen de controlar todas las situaciones, ha hecho que pudiera tomar decisiones y mantenerlas, superarlas y que nada llegara tan profundamente en mi sentimiento. Pero un día el destino hace que te encuentres con alguien, que te hace ser vulnerable y al verle toda tu coraza de hierro se funde como si fuera chocolate al sol y tu fortaleza anti-sentimiento se evapora.

Fue en verano, en el cumpleaños de mi amigo, después de 10 años, una atracción sexual no resuelta, quien no la ha tenido una alguna vez. Pues a los pocos días decidimos quedar, una copa a la salida del trabajo, acabó con un mal "encuentro" en el asiento del copiloto de mi coche. Al cabo de unos días me cuenta que tiene una persona especial en su vida, todo tenía que acabar ahí. Y lo que tenía que quedar ahí, que es lo que normalmente hubiese hecho, con él no fue así y volví a quedar. Y hubo ese momento, del que tantas veces había huido, un "nos vamos a gustar", era una conexión increíble, como dos piezas de puzle encajando a la perfección, y me dejé llevar empezando a sentir, lo que hacía tiempo no sentía. Eso no era bueno, con él no podía sentir e intenté alejarme, poner mil escusas para enfadarme, quedando con otras personas para quitar importancia a lo que sabía que iba a pasar. Hubo varios momentos especiales, "chupitos de amor" como él los llamaba, y aunque ya escribí que no soy de chupitos y soy más de copa, por muy bien que me preparen esas copas, echo tanto de menos "sus chupitos".

Aunque decidimos seguir con nuestra amistad y dejarlo en solo eso, parecía que esa atracción continuaba y por mucho que queríamos retenerlo, caíamos de vez en cuando y volvía a ser genial.

Una persona nuevamente entró en su vida y parece que es lo que necesita y quiere a su lado. Intenté que la amistad fuera lo único que quedara, pero cada vez que quedábamos y saber que esos momentos de dormir juntos, de besarnos y de conectarnos entre risas y deseo no iba a suceder, hacía que algo triste estallara en mí, lo intenté con muchas fuerzas, porque le quiero y le necesito en mi vida como persona, porque me sabe escuchar, dar buenos consejos aunque él nunca se aplica, me aguanta todos mis enfados, pataletas, y aunque es indeciso y me desquicia, es una de las mejores personas que conozco, pero de momento aún me duele y he decidido quitarle de mi vida, y yo salir de la suya. Tengo la esperanza que no verle ni saber de él, hará que cuando le vuelva a ver algún día, solo sienta ese cariño que se merece.

Quizás no es buena decisión, ni coherente, ni madura, pero es la única que me veo capaz, pensar que no sucedió nada, porque si no sucedió no puede doler.

Aún no hay día que pasé, que no haya algo me recuerde a él.

Siempre el escribir fue la manera de sacar y vaciar mis sentimientos, tanto buenos como malos, el mejor espejo donde mirar los problemas y darme cuenta de que realmente solo son situaciones que pasan. Pero, por otro lado, aunque me contradiga y quiera olvidar, quiero dejar escrito para en un futuro recordar lo importante que fue para mí esa persona.

Dicen que el tiempo todo lo cura, y sé que esto simplemente pasará, mientras sonreiré, disfrutaré de todas las cosas bonitas que la vida me está poniendo día a día en mi camino, porque lo que tiene ser será y lo que no ha sido es porque no tiene ser.

Hasta aquí esta adicta a la vida

Es la pasión un fuego que te quema los sentidos
Deja helados los pensamientos,
Quiere a través del sentimiento
Poder tocar lo prohibido.