UN MAR ETERNO DE RECUERDOS

A veces me gustaría poder volar, y creo que si eso fuera posible, volaría sobre el mar, ya que me provoca una sensación indescriptible, su aroma, su brisa, su inmensidad, es como si fuera la libertad reflejada en un paisaje, es mi perfecto confesionario, siempre creí que todas las cosas bonitas que tuve y algún día perdí están ahí, entre espuma blanca, suaves olas y sal.

Cuando paseo a solas por la orilla del mar, es el momento de paz de mi vida, es un momento que no puedo compartir, aunque quiera o ame. Porque me transporta, me provoca esas emociones tantas veces sentidas, me lleva a ese Razz lleno de recuerdos preciosos, me hace oír la sonrisa de ella aunque ya no esté aquí, esas noches que me sentaba en la orilla mirando esa luna reflejada y hablaba a esa ausencia, contar en silencio mis secretos…. En ese mar que he llorado he reído y he amado….

Un día frente al mar me propusieron matrimonio, y hace poco el mar me quitó ese anillo, en esa misma playa, en el mismo lugar y después de seis años.  

Amigos o familia que cruzaron el charco para volver a su País, y que cuando miro al mar pienso que están ahí, porque les hecho tanto de menos.

Una sonrisa perfecta con olor a mar se que siempre está con su tabla disfrutando de esas olas.

Esas tardes pescando con mi madre en el rompeolas donde me contaba cosas de mi dulce abuelo.

Son tantas cosas bonitas, tantos recuerdos y emociones, y las que me quedan por vivir, pero lo que nunca he compartido ni compartiré, son mis paseos a solas por la orilla del mar, porque es mi momento de mirar atrás, y ver todo lo que he vivido, crecido y aprendido, como ir al cine a ver la película de tu vida.

Estuve viendo hace poco en Madrid, y me sentía con falta de algo, sé que era estar cerca del mar.

Ahora entiendo la expresión un mar de recuerdos, ya que todos los míos casi siempre pasaron cerca de él.

Todos tenemos ese paisaje, ese momento de soledad para recapacitar, para ver todo lo vivido y aprendido, donde guardamos miles de recuerdos, y nunca debemos dejar de disfrutar de ellos, porque cada vez aprendemos que todo lo vivido,  solo por los bonitos recuerdos ya vale la pena.

Hasta aquí esta adicta a la vida